El día domingo 12 de febrero 1995, siendo las 09:00 horas, 360 hombres del Batallón Contrasubversivo N° 28 de Rioja, formó con sus armas en la cota 1274, bautizado por los ecuatorianos como la Base Norte, aquel día no hubo rancho para nadie. De acuerdo a la decisión tomada por el señor Teniente Coronel de infantería Julio Celestino Chaparro Beraun (Comandante de Batallón), la Companía "A" de 120 hombres al mando del capitán de caballería Luis Guillermo Gonzales Morales, que en aquellos tiempos lo conocíamos con el seudónimo "Rodrigo" inició el desplazamiento, seguido por la Companía "C" de 120 hombres al mando del Teniente de infantería Edwin Ramírez García conocido con el seudónimo "Marcelo" y cerró la columna la Companía "B" de 120 hombres (Reserva) al mando del capitán de seudónimo "Clavo" y teniente Javier Alba conocido como el "teniente Marte". Siendo las 09:30 horas los hombres en punta comenzaron a bajar lentamente por una trocha muy angosta y sinuosa que nos presentaba todo tipo de obstáculos, nuestro destino fue la Falsa Tiwinza, en esas circunstancias siendo las 16:20 horas en la cota 1232 nos emboscó el personal de la Brigada de Fuerzas Especiales N° 9 "Patria" de Ecuador, el combate duró 45 minutos, resultado de este enfrentamiento hubo seis soldados heridos por esquirlas de granadas de morteros.
El personal ecuatoriano bien
camuflados dentro de la densa vegetación, en completo silencio y con paciencia,
primero dejaron pasar a todo el personal peruano comandado por el capitán Luis
Guillermo Gonzales Morales, cuando vieron que todo estaba a favor de ellos, de
sorpresa iniciaron el ataque desde diferentes direcciones, pero ante la
reacción del personal peruano, los ecuatorianos escaparon y abandonaron por
completo la cota 1232.
Cuando se inició el combate, el
personal de algunas patrullas de la Companía "C" corrieron hacia
adelante para apoyar a la compañía “A”, mientras otros también corrieron hacia
atrás replegándose a la parte alta, la companía "B" que se encontraba
como la reserva al mando del capitán con seudónimo "Clavo" también
permaneció atrás, no participó en el combate de aquella tarde porque el tipo de
terreno no lo permitía, de esta manera las tres compañías se dividieron,
dejando solo a la Primera Compañía enganchado con el enemigo. Dentro de la
densa vegetación de inmensos árboles es difícil observar más allá de 20 a 30
metros, hecho que no me permitió percatarme cuando el personal de tropa bajo mi
comando había retrocedido, replegándose a la parte alta de mi retaguardia.
Cuando escuché el primer disparo me quedé en el mismo sitio con dos soldados de
la patrulla que me antecedía, dicho personal pertenecía a la Companía del
capitán “Rodrigo”, los tres permanecimos en el mismo lugar en la posición de
tirador tendido, en esas circunstancias detecté en el sector del lado Oeste de
mi ubicación a una distancia de 150 metros aproximadamente, en una pendiente
pronunciada cubierto de poca vegetación a dos hombres utilizando traje Guillie
o Yowie que es una prenda especial para camuflarse entre los árboles que
normalmente es utilizado por franco tiradores de las Fuerzas Especiales, estos
combatientes se movieron rápidamente de atrás hacia adelante, quienes se
ubicaron detrás de dos árboles caídos de gran grosor cubierto de malezas de
mediana altura, luego por las circunstancia del combate les perdí de vista, dos
minutos me olvidé de ellos.
Los minutos avanzaban, el momento
era muy tenso; más abajo, dentro del monte, se intensificó el combate, había
disparos de fusiles, morteros y lanza cohetes RPG por todo lado; el sector
donde permanecí en la posición de tirador tendido acompañado por dos soldados
se mantuvo en total silencio, en ese momento sospechando de la presencia de
posibles franco tiradores emboscados del enemigo decidí disparar en ráfaga a la
ubicación de los hombres con traje Guillie; pero de sorpresa, como si fuera un
fantasma, por mi retaguardia apareció un individuo desconocido y se interpuso
cogiéndome el hombro derecho, quien no se dejó ver su rostro y me dijo: ”No
dispares, más bien hay que bajar para reforzar al capitán Rodrigo”; todo fue en
cuestión de segundos, luego este personaje se fué corriendo por la bajada y
desapareció entre los árboles por las inmediaciones del riachuelo, vestía el
mismo uniforme de los soldados del Perú; no sé si fue un fantasma o una persona
real, pero más pienso que fue el fantasma de los soldados por fallecer o de los
fallecidos; los fantasmas existen, cuando tenía la edad de seis años se me
presentó, durante el patrullaje en Urpay, Pataz también se me presentó en el
año de 1993, estos seres en los tres casos me han salvado de la muerte.
Los combatientes con traje
Guillie que había visto en mi flanco izquierdo habían sido dos francotiradores
de las tropas de Ecuador, ellos habían detectado mi presencia y de los soldados
que se encontraban más abajo de mi ubicación; ergo, comenzaron a disparar en
ráfagas a la ubicación nuestra, en ese momento las balas caían a centímetros de
mi ubicación, levantaban tierra por todo lado y hacían pedazos a los troncos en
las inmediaciones de mi posición, si no es por la protección del tronco del
árbol grueso con seguridad perdía la vida, ya no había tiempo para pensar, yo
llevé un fusil FAL con dos cacerinas piezadas ambos contenían 40 cartuchos, el
fusil siempre la mantuve cargada con el selector de tiro en (R), la pasé a la
posición (A); de igual modo le solté una ráfaga de 40 disparos, los dos
soldados que estaban a unos metros más abajo también dispararon en ráfagas a
ese mismo objetivo, el intercambio de disparos fue espectacular, jamás imaginé
vivir esos momentos tan cruciales como aquella tarde. Después de intensos
disparos en ráfaga de ambas fuerzas, entramos en silencio, circunstancias que
decidí cambiar de abrigo (en termino militar, el abrigo es el terreno que te
protege de la vista y del fuego enemigo); ergo, sintiéndome inseguro en el lugar
donde me encontraba decidí salir hacia atrás para ubicarme detrás de un pequeño
morro; corrí a dicho lugar, donde al sobrepasar un montículo caí en un pantano
en forma de pozo profundo cubierto de pasto verde que me confundió por
aparentar como si fuera un terreno firme y casi me oculta, me arrastré
totalmente asustado y salí mojado cubierto de barro negro, así logré ubicarme
entre el morro y un tronco grueso, allí me quedé muy pensativo y totalmente
asustado, procedí a cambiar la cacerina, nuevamente disparé al mismo sector,
pero esta vez solamente en la posición de tiro por tiro “R”, así permanecimos
aproximadamente media hora, los tiros iban y venían para extinguirse a medida
que pasaban los minutos. Al no tener respuesta a nuestros disparos, quedamos en
completo silencio, los monos también permanecieron en total silencio, quién
sabe tal vez murieron o simplemente ya no quisieron responder, por precaución
permanecimos en el mismo lugar en completo silencio siempre en posición de
tirador tendido. Mientras más al fondo el grueso de ambas fuerzas que habían
mostrado la potencia de sus armas de fuego también comenzaron a disminuir los
disparos, de los nuestros lo que más recuerdo es el tiro ensordecedor de los
lanzacohetes ruso RPG, el impacto de las granadas de este arma sacudía todo el
cerro produciendo un ruido fuerte que originaba inmenso eco entre los cerros
circundantes cubierto de árboles. Estando aun en la posición de tirador tendido
le pregunté a los dos soldados, diciendo: "¿Dónde está la gente?" uno
de ellos me dijo: “Todos están abajo con el capitán Rodrigo”; por ende, en el
acto nos levantamos y corrimos agazapados aproximadamente 200 metros de largo,
ingresamos a un callejón (entre dos pequeñas elevaciones) por donde también
baja un riachuelo, descendimos por un camino que ya no era trocha, este era un
camino afirmado y antiguo, por donde siempre habrían transitado las patrullas,
en las inmediaciones habían inmensas piedras que nos ocultaban muy bien de la
vista y del fuego enemigo, este riachuelo en bajada cada cierto tramo mostraba
unos pozos profundos. Avanzando siempre por el mismo camino, en el trayecto
encontramos prendas y granadas abandonadas que pertenecían a nuestras tropas,
esparcidas en las inmediaciones, había mochilas con todo su contenido, gorras,
pasamontañas, granadas de fusil, cacerinas, etc. Junto a un pozo, al pie de una
piedra encontramos también prendas camufladas de un soldado ecuatoriano. Tanto
las tropas peruanas como las ecuatorianas en el fragor del combate dejaron
muchas prendas, partes del equipo, cacerinas y granadas.
Aquella tarde, finalizado el combate las tres Companías de fusileros del Batallón Contrasubversivo N° 28 de Rioja se dispersaron, quedamos totalmente divididos, la mayoría de las patrullas utilizando otra trocha habían retornado al PC ubicado en la cota 1274 "Helipuerto Tormenta", algunos quedaron perdidos en las inmediaciones del lugar donde ocurrió la emboscada; en esos momentos de peligro yo permanecí perdido acompañado por dos soldados que no eran de mi patrulla, todo era un silencio sepulcral, con ellos caminé dentro de la trocha pantanosa con dirección Norte un aproximado de 700 metros, solamente se veía inmensos árboles por todo lado, siempre en bajada ingresamos a un callejón barroso y logré ver un rio, este habría sido el río Cenepa, sin querer queriendo casi llegamos hasta las puertas de las tropas ecuatorianas; no medí el peligro y los dos soldados también calladitos me siguieron, nada me sugirieron, nos salvamos de una muerte seguro o de ser tomados prisioneros; pero gracias a Dios reaccioné, en el acto dimos la media vuelta, procedimos a regresar por la misma trocha, en esa circunstancias cuando ya se oscurecía, de casualidad levanté la mirada hacía mi flanco izquierdo y logré ver a un grupo de soldados que con mucha dificultad subían por una pendiente barroso, viéndolos sentimos inmensa alegría, a ellos le reconocimos por el color del uniforme, pasamos el riachuelo y procedimos a subir por el mismo lugar guiados por las huellas de botas de jebe de ellos, pues había mucho miedo a las minas antipersonal sembrado en la mayoría de las trochas por las tropas de Ecuador. Llegando a la parte alta le encontré sentado muy preocupado al alférez de caballería Froilán Mesías Marino, conocido con el seudónimo “Zeus”, quien también se encontraba perdido con 13 hombres de su patrulla, me junté con él y aquella noche pernoctamos en la cota 1232, abandonado recientemente por las tropas del ejército enemigo, donde habían dejado trampas con granadas fabricado en Rusia en el año de 1977, es un artefacto feo que tiene la forma de una pequeña papaya verde, en el lugar también se halló latas de atún en cantidad y plásticos de galletas consumidos por las tropas de Ecuador.
El alférez Zeus, en el acto me preguntó ¨¿Diego, donde está la gente del capitán Rodrigo?”, mi respuesta fue: ¨Por seguir los pasos de él guiado por las huellas de su patrulla también me he perdido, hemos llegado cerca de un rio, como no hay nadie, optamos por regresar, gracias a Dios he logrado ubicarte, ahora por lo menos ya somos 17 combatientes¨. Con este Oficial de caballería novato laboré durante cinco (05) meses consecutivos, desde el mes de junio al mes de octubre de 1994 en la Base Contrasubversivo del distrito de Agua Blanca, provincia de "El Dorado", San Martín, varias veces habíamos patrullado juntos en el sector de Mina de Sal (cerro al sur del distrito de Agua Blanca), distrito de Rejis, San Francisco, Saposoa, Santa Rosa, Fausa Lamista, Fausa Sapina, Bellavista, Alto Saposoa,etc.
En la cota 1232, Valle del
Cenepa, siendo las 19:30 horas la oscuridad era total, en esas circunstancias
el alférez "Zeus" me ordenó para ubicar a la tropa en parejas a 50
metros a la redonda, a lo que me negué por la
intensa oscuridad, el oficial me dijo: “A mi déjame con dos hombres y
con el resto vete hacía atrás”, pues bien, no me moví para nada aduciendo que
caminar en la noche en un terreno abandonado recientemente por el enemigo era
muy peligroso, le dije: "no puedo arriesgar la vida de la tropa",
concluí replicando su orden; entonces el oficial se quedó callado, quien
después de algunos minutos de silencio se quedó dormido profundamente, en esos
momentos yo cogí mi puñal y entre dos troncos de árboles de gran grosor abrí
una zanja, tendí ramas y el plástico azul que me regaló una señora en el
caserío de Imazita en Mesones Muro el 7 de febrero de 1995, mi uniforme estaba
totalmente húmeda, los borceguíes y las medias también, así me acomodé en la
pequeña zanja, todos se quedaron dormidos; en las inmediaciones también la
tropa comenzó a roncar; profundamente dormidos algunos soldados hablaban, otros
gritaban por la constante pesadilla, a más de tres les escuché que gritaban
dormidos casi toda la noche; mientras, yo permanecí despierto casi toda la
noche cavilando sobre mi vida, todo pasaba por mi mente, todos mis recuerdos
desde mi niñez hasta esos instantes, como si fuera una serie de imágenes
fotográficas, todo mi pasado se proyectaba con total claridad en mi cerebro, en
esa noche pensé constantemente en mi hermano Augusto Epifanio que había
desaparecido en el mes de setiembre de 1991 en el distrito de Congas, provincia
de Ocros, en el departamento de Ancash, pensaba en mis padres y hermanos,
pensaba en el último baile en una de las discotecas de Yurimaguas el domingo 5
de febrero, al final reiteradas veces me pregunté en el silencio de la noche:
"¿Qué hago en este lugar dónde mi vida peligra?, si bien es cierto que en
ese momento como soldado tenía el deber y la obligación moral de defender a la
soberanía del Perú, pero como humano al verme perdido con pocos compañeros, sin
rancho, sin medios de comunicaciones, sin medicamentos, creo que cualquiera no
se sentiría feliz.
Aquella noche más que nunca pensé
en Cristo y en mis difuntos; en la madrugada mediante el sueño presagié todo lo
relacionado al combate del día lunes 13 de febrero. En la madrugada como a las
03:00 horas me quedé dormido profundamente, “soñé que me cubría una inmensa
oscuridad partido por el medio por unos rayos de luz brillante, pero luego la
oscuridad se alejaba lentamente y había más luz, veía al personal de Tropa
transpirar aceite negro, mientras a mí me caían gotas de lluvia negra”. Siendo
las seis de la mañana del inolvidable día 13, una mañana media nublada, me
desperté muy asustado, me senté y me quedé pensando largo rato, ya sabía que
algo malo nos sucedería en el transcurso del día, pero tenía la confianza que
el peligro se superaría por gracia de Dios; con ese pensamiento puesto en la
cabeza me puse de pie, con el mismo uniforme y sin rancho. Reinicie nuevamente
la conversación con el alférez de caballería ¨Zeus¨, dando la iniciativa le
dije: "Mi alférez, ayer el personal de la Compañía “C” al mando del
teniente de infantería "Marcelo" se quedó arriba aproximadamente a
800 metros, voy a ir con un par de mensajeros para ubicarlos, enseguida
retornamos"; pero este oficial se puso a pensar algunos segundos y me
dijo: “No”, como oficial subalterno sin experiencia, sentía mucho miedo y
además no tenía iniciativa para organizar al personal de tropa para actuar en
este tipo de situaciones frente al enemigo.
En la tarde del domingo 5 de
febrero cuando organizaron las patrullas en el distrito de Yurimaguas, el
Técnico de 3ra OC Cornejo Cuelles Hildebrando, conocido con el seudónimo “Hernando” aducía tener múltiples problemas
familiares y con esos argumentos se negó participar en el conflicto con
Ecuador, en ese momento yo me ofrecí como voluntario y lo reemplacé por
obligación moral para no abandonar a la Tropa de la Base Contrasubversiva del
distrito de Pelejo que en su totalidad estaban nombrados para ir al Valle del
Cenepa, pero luego estando adentro “enganchado” con el enemigo lo lamenté
mucho, sobre todo durante las noches, es decir me arrepentí de todo.
El día lunes 13 de febrero, en la cota 1232, siendo las 08:00 horas, una mañana nublada, reinaba el silencio, 17
combatientes estábamos perdidos en las profundidades del Valle del Cenepa; muy
preocupados enviamos tres mensajeros para ubicar al personal de la Reserva,
porque presumíamos que se encontraban en las faldas del cerro. Los tres
mensajeros comenzaron a recorrer por el mismo camino que recorrimos en la tarde
anterior, con la finalidad de encontrar al personal bajo el comando del
teniente de infantería Ramírez García Edwin "Marcelo" y al personal
de la Reserva, entre los mensajeros se encontraban los dos soldados que me
acompañó en el combate del día anterior, mientras yo me quedé conversando con
el alférez de caballería “Zeus”, narrando detalladamente los acontecimientos
del día anterior, a manera de comentario le dije: "Ayer el personal de la Compañía “C” bajaba por la
trocha pero cuando comenzó el combate retrocedieron hacia la parte alta, deben
permanecer cerca al lugar donde ayer me enfrenté a dos soldados ecuatorianos
que posiblemente hayan sido francotiradores o vigías, ellos se encontraban
cubiertos con camuflajes especiales Guillie o Yowie que es una prenda muy
especial para camuflarse entre los árboles, este personal se movió rápidamente
de atrás hacia adelante y nos dispararon intensamente ráfagas de ametralladoras,
pero me parece que han muerto pues durante el intercambio de fusilerías se
quedaron en silencio total, enseguida hemos bajado tratando de encontrar a las
tropas del capitán Rodrigo, abajo cerca al riachuelo hay muchas prendas y
granadas de nuestras tropas que están esparcidas en el camino, además hay una
prenda camuflada, le dije ¿puedo enviar a un par de soldados para recoger
todo?" a lo que el oficial me contestó: Dijo “no, puede haber minas”, así
transcurría la mañana, ligeramente soleada, el oficial me decía: “Diego, la
tropa de Ecuador está utilizando uniforme camuflado tipo selva y además esos
dos soldados ecuatorianos con quienes te enfrentaste ayer seguramente han sido
hombres vigía o francotiradores, ellos utilizan camuflajes especiales modelo Guillie
para mimetizarse, has tenido la suerte de verlos, porque a estos no se les ve
en el monte”. En ese momento yo sentía cierta desconfianza hacía este oficial
muy novato, entre mí decía: "Como venganza en estas situaciones puede
atentar contra mi persona, pues cuando estuvimos en la Base Contrasubversiva
del distrito de Agua Blanca, provincia de "El Dorado", San Martín,
hubo ciertos problemas con el narcotráfico¨, el Capitán Jefe de la Base, este
alférez y un Técnico, habían caído ante la Inspectoría y Fiscalía por estar
involucrados y coludidos con los narcotraficantes colombianos y peruanos, yo
como testigo a los tres desleales les hundí.
Cuando nos encontrábamos en una
amena conversación siendo las 10:20 horas, repentinamente aparecieron los tres
mensajeros, solos y muy asustados, al verlos que se aproximaban sentí amargura,
llegaron sudorosos; inmediatamente les dije: ¨¿Dónde está la gente?¨, se
limitaron a decirme que no hay nadie, uno de ellos dijo: "Hemos subido
hasta llegar a la pampa donde ayer descansamos y no hay nadie", esa
respuesta me preocupó, el oficial también me miraba preocupado, pero yo con más
tono enérgico, presumiendo que por miedo me estaban engañando, les dije: "Ahora pediré cuatro voluntarios con el
grado de sargento y ellos irán, estoy seguro que cumplirán la misión", así
fue, pedí cuatro sargentos voluntarios, ellos inmediatamente dijeron:
"¡Presente!, ¡presente!, ¡presente!¨, les envié dándoles las indicaciones
precisas del caso, uno de ellos dijo: “Por esta loma se puede cortar el
camino”, a lo que repliqué: "No, tiene que ser por abajo porque hay mejor
abrigo y cubierta", entonces procedieron a bajar hacía el riachuelo para
recorrer por el mismo camino. Aprovechando esos momentos al oficial
"Zeus" le dije: "Mi alférez, creo que después del combate del
día de ayer la mayoría de nuestro personal se ha replegado hacia el helipuerto
¨Tormenta” cota 1274 ¿ nosotros qué hacemos acá? tenemos que salir, no se
descarta que los “monos” se reorganicen para volver con más fuerza a este mismo
lugar donde por los medios probatorios que hemos encontrado como las granadas,
latas de atún y plásticos de galletas, son pruebas que ellos por varios días
han permanecido en esta zona; con 17 hombres permanecer así es muy
peligroso", a lo que el oficial me dijo: “Si los mensajeros nuevamente
regresan con el resultado negativo, no hay vuelta que dar, tendré que ordenar
la retirada por el mismo lugar que ingresamos”, obviamente había mucha
angustia, entonces le dije al oficial: ¨Ahora el asunto es como salir, que tal
si los ”monos” nos han cerrado la salida y usted dice una retirada por el mismo
camino¨; todo eso discutíamos repetidas veces, cuando alguien de sorpresa dio
gritos de: ¨¡Vienen!, ¡vienen!, ¡vienen! mi alférez¨, ante el aviso,
rápidamente nos pusimos de pie presagiando de la presencia del enemigo; para
suerte nuestra siendo las 11:00 horas aproximadamente, logramos ver a los
primeros hombres de las diferentes patrullas que se habían agrupado bajo el
comando del capitán de Artillería Luís Alberto Cruz Ruiz, conocido como el
seudónimo "Joel", quienes lentamente bajaban en columnas con un
efectivo de 69 combatientes reunidos de diferentes patrullas dispersos en la
tarde anterior, al verlos sentimos inmensa alegría, ellos cruzaron el riachuelo,
siendo uno los primeros en llegar fue el aludido capitán, quien recibió un
saludo efusivo del alférez; la tropa también ocupó el mismo lugar donde nos
encontrábamos, además llegaron el teniente de Infantería Marco Antonio Morán
González, conocido como el seudónimo “Franco”, un alférez recién egresado de la
Escuela Militar de Chorrillos de tez trigueña que le decían ¨El quijadón”,
también llegaron los suboficiales Juan Torres Pascacio conocido como “Mercurio”, suboficial Daniel Haro Cayetano,
conocido como “Rodolfo”, suboficial Manuel Torres Castillo, conocido como “Calin”, suboficial Rudiary Correa Córdova, conocido
como “Marco” y otros.
Siendo las 11:15. horas terminó
de arribar todo el personal, todos permanecimos sentados al borde del
acantilado cerca al riachuelo. Cuando nos juntamos con el personal que bajó con
el capitán Cruz en ese grupo también llegó algunos soldados de mi patrulla que
se había perdido el día anterior, uno de ellos fue el soldado "Cobra"
quien me dijo, "mi suboficial, ayer en la tarde, cuando se inició el
combate muchos nos replegamos al lugar donde descansamos, desde ese lugar
observamos a muchos hombres con casco de acero y con uniforme camuflado, están
detrás de esta loma, estaban cerca de nosotros, no le hemos disparado pensando
que eran los Comandos del Ejército peruano". El personal con uniforme
camuflado que había visto el soldado "Cobra", con certeza era la
tropa del ejército ecuatoriano y se encontraban detrás del pequeño cerro del
lado Este, se encontraban muy cerca de nuestra ubicación, con esta información
le sugerí al capitán "Joel" para hacer un reconocimiento al cerro del
lado Este, antes que ellos ubiquen a sus fusileros y sus morteros de 60 mm.
Desde el momento que ocupé la cota 1232 siempre tuve desconfianza hacía el sector
del cerro circundante del flaco derecho, ante la negativa de hacer un
reconocimiento, como otra alternativa le sugerí al capitán para hacer disparos
con el lanzacohetes RPG y con la MAG de igual modo no me hizo caso. Todo el
personal en completo desorden, confiados que los ecuatorianos se habían
escapado con el rabo entre las piernas, reunidos los 86 combatientes de
diferentes Companías y patrullas: 69 hombres del capitán "Joel", 14
hombres del alférez Zeus y 03 hombres de este su humilde servidor; permanecimos
sentados en un terreno que había abandonado el enemigo, estábamos a la vista de
todos, totalmente desprevenidos.
Finalizado la reunión cerca al
acantilado, siendo las 11:40 horas, el capitán Cruz nos ordenó para ocupar el
sector en forma circular, a mí me envió hacia el otro extremo, en esas
circunstancia de tranquilidad le ordené al cabo SMO "Django" para que
preparé el terreno cerca al acantilado para instalar el equipo de radio de Alta
Frecuencia Thomson TRC 340, solo en Rad Sil, cuando estábamos en ese ajetreo de
orientar la antena comenzó el ataque de las Tropas de Ecuador. Siendo las 11:45
horas en la parte alta del cerro del lado Este, dentro de inmensos árboles se
escuchó el sonido característico de disparos de morteros de 60 mm., inmediatamente
cayeron los primeros cuatro proyectiles a 12 metros del lugar donde me
encontraba, así mismo las ráfagas de
fusiles y ametralladoras comenzaron a salir de todas las direcciones, esto
originó pánico total en todo el personal. El combate me sorprendió sin fusil y
sin la mochila, en ese momento también lleno de pánico me arrinconé al pie de
un árbol grueso que se hallaba cerca al acantilado, pero luego dije: "¿Qué
hago aquí sin fusil?", entonces decidí correr hasta el otro extremo lugar
donde estaba todo mi equipaje y el fusil FAL, mientras las balas del enemigo y
de los nuestros cruzaban de un lado a otro, pero los inmensos árboles de todo
tipo de grosor nos protegían con total eficacia de los disparos del armamento
menor como los fusiles HK y ametralladoras con cartuchos de 5.56 de los
ecuatorianos. En esas circunstancias de combate, rápidamente me coloqué la
fornitura, la mochila, agarré mi fusil y corrí nuevamente al sector cerca al
acantilado, al pie del mismo árbol me quedé parado bien adherido de espalda,
pasaban los minutos me limité a mirar lo que sucedía en mis inmediaciones, no
podía disparar a las posiciones del enemigo, en esas circunstancia me animé a
voltear a la derecha y comencé a dar gritos hacía el cerro pensando que por
confusión nos enfrentábamos con nuestras propias fuerzas con la gente del Mayor
de Infantería Velit Sánchez Luís Enrique, conocido como el mayor “Wily”, dije:
¨ ¡Mayor Wily!, ¡Mayor Wily!, ¡Mayor Wily!,…somos del ejército peruano, no
disparen somos del ejército peruano¨, repetidas veces grité, luego me di cuenta
que estábamos siendo atacados por las tropas de Ecuador. Los fusiles
ecuatorianos de calibre 5.56 mm emitían un sonido de baja intensidad en
comparación con los fusiles peruanos FAL de calibre 7.62 mm, que es muy fuerte.
Presumo que los soldados “monos” desde las tempranas horas nos habrían visto
desprevenidos, con tiempo ubicaron y prepararon bien sus morteros, el tiro les
salió perfecto, conocían perfectamente el empleo de los morteros de 60 mm,
hasta ocho minutos antes del inicio de combate, todos habíamos permanecido
sentados en el sector cerca al acantilado, justamente los morteristas
ecuatorianos habían reglado sus tiros a este lugar, lo único que fallaron fue
en la demora, porque sus disparos llegaron al mismo sitio, cuando ya nos
habíamos dispersado, sino cuántas bajas nos hubiera causado, tal vez para la
historia hubiera sido el lunes negro aquel 13 de febrero, de cuantos muertos
hubiéramos hablado.
Siempre de pie y adherido de
espalda al árbol grueso, observé a los oficiales que se encontraban tendidos en
el suelo en el mismo lugar de siempre, sin equipo y sin armamento, no
reaccionaron para nada; en el sector del acantilado había como quince hombres
de tropa, ellos dentro del pánico disparaban sus fusiles sin disciplina de
fuego al otro sector donde también estaba personal peruano, así en viceversa,
no había quien dirija, todo fue un desorden total, los ecuatorianos nos había
sorprendido totalmente desprevenidos por negligencia del capitán de artillería
Cruz Ruiz, en esas circunstancias me acuerdo que me habían contado que algunas
ametralladoras del ejército de Ecuador disparaban emitiendo un sonido tipo
“canchita”, entonces al personal de tropa del sector donde me encontraba le
ordené dar media vuelta y disparar hacía el cerro: ¨Allá están los “monos”¨-
les dije- disparen, disparen¨, les grité, ellos así lo hicieron, dispararon
todos en ráfaga, pero solo como acto intimidatorio porque a los
"monos" no se les veía, estaban bajo tierra tapados con ramas de árboles,
sacaban la cabeza disparaba y luego se ocultaban. Los cuatro morteristas del
enemigo continuaron disparando al mismo lugar, fue incontable la cantidad de
tiros que llegó al sector del acantilado, gracias a Dios el reglaje original no
lo variaron para nada, en ángulo ni dirección, en cada explosión solo se veían
inmensas llamaradas de fuego, las esquirlas de una de las granadas de morteros
le sacó el hombro derecho y el antebrazo al Sargento 2do Inocente Vásquez, en
la parte afectada se veía inmenso hueco y rápidamente comenzó a salir cantidad
de sangre, así mortalmente herido caminó con dirección al riachuelo, ayudado
por su fusil que le servía como un bastón, dos veces dio vivas al Perú y en
seguida pedía perdón por todo lo hecho en su vida a su madre, dijo: “Por mi
patria, por el Perú estoy aquí madrecita, perdóname por todo, perdóname,
perdóname ¡viva el Perú!, ¡viva el Perú!", luego al ingresar dentro de
unas malezas se cayó, pues sus piernas ya no tenían suficientes fuerzas,
después de corto agonía expiro.
Viendo la cantidad de heridos que se incrementaba en el transcurso del combate y como no había reacción del personal de oficiales para revertir este mal momento, miré a todo lado buscando mejor abrigo que me permitiera disparar hacia el cerro del sector Este, por ende corrí en la pendiente para ubicarme detrás de un árbol grueso que se encontraba tendido horizontalmente, en esas circunstancias en las inmediaciones cayeron cuatro granadas de morteros, las ondas de la explosión me hicieron volar hacia el acantilado dejándome sonámbulo; al ponerme de pie no recordaba nada, al recobrar los sentidos me di cuenta que mi fusil no lo había soltado para nada, en esa caída la palanca de armar del fusil me fracturó el 5to metacarpiano de la mano izquierda, ingresando también una pequeña astilla de madera en el dorso de la misma mano. Me acomodé la mochila, sonámbulo procedí a subir para ubicarme nuevamente al pie del árbol grueso (ubicación inicial), en ese momento cayeron más granadas de morteros y sentí un golpe como si me hubiera impactado una pedrada en el omóplato (fue un golpe fuerte), luego sentí que me quemaba adentro a la altura de la tetilla izquierdo, el ardor fue tan fuerte, me desesperé, tres o cuatro veces revise mi pecho pero todo estaba bien, entonces coloqué mi mano derecha hacia el omóplato izquierdo llegando a tocar primero la sangre caliente que ya había sobrepasado mis talones, más arriba mi polo estaba roto en forma de zeta donde localicé un orificio grande por donde había ingresado esquirlas de granadas de morteros de 60 mm de diversos tamaños, si me hubiera impactado en la columna estaría invalido, si me hubiera impactado en la cabeza hubiera muerto, pero gracias a Dios solamente había perforado una zona blanda del omóplato, que en nada complicó mi curación. El árbol grueso como mudo testigo de dicho acontecimiento me cobijo aproximadamente una hora, cuando se silenciaron los fusiles, viendo que todo estaba perdido, bajé corriendo el acantilado para cruzar el riachuelo con la finalidad de realizar un contra ataque, en instantes cuatro soldado me siguieron, nuevamente la fusilería se intensificó en el sector, obligándome a correr hacia mi flanco izquierdo, salté a un pozo profundo, donde el agua me llegaba hasta la garganta, atrás mío también saltaron cuatro soldados, con ellos estuve metido en el pozo muy asustados y sangrando por un lapso de quince minutos; en esos momentos una bala impactó en una de las piedras que nos protegía, casi a medio metro y se desvió originando un "silbido", ese disparo aún más nos asustó, pensando estar rodeados por el enemigo, por instantes a fin de no delatar mi grado en caso de caer prisionero de guerra intenté arrojar mi cámara fotográfica con su estuche, donde también tenía mil ochocientos nuevos soles (S/ 1,800.00), carnet de identidad personal (CIP), tres rollos con tomas fotográficas y pilas de repuesto, pero no lo hice, gracias a Dios los minutos pasaron y todo se normalizó. Cuando se terminó los disparos, procedimos a salir del pozo para reunir a todos los heridos que podían caminar; hallé entre los arbustos el cadáver del sargento 2do moyobambino de nacimiento Inocente Nicolás Vásquez Gonzales en posición de cubito ventral y con la cabeza con dirección al riachuelo, sus pies se encontraban enganchados entre las malezas, lo arrastré unos metros abajo a un lugar despejado donde lo dejé en posición horizontal boca arriba, le coloqué su fusil sobre su pecho; mientras me encontraba en estos ajetreos el personal de oficiales y suboficiales aún permanecían en sus cubiertas y abrigos en la posición de cuerpo a tierra, entonces procedí la retirada con todos los heridos presentes que en total sumaban 27, entre clases y soldados.
La mayoría de los heridos se encontraban bajo mi comando, logrando salir de la zona de peligro nuevamente pasamos por el mismo lugar donde me había enfrentado con los “monos con el camuflaje Guillie” en la tarde anterior, unos metros más arriba le encontré al Teniente de Infantería Edwin Ramírez García (Marcelo) y un suboficial enfermero, quien apenas tenía su bolsón de primeros auxilios con pocos medicamentos, el enfermero al ver a tantos heridos no supo ni que hacer, la tropa en su mayoría se quejaba de mucho dolor, solo unos cuantos recibieron atención de emergencia, en ese momento el teniente me dijo: “Diego, ya estas jodido, como el más antiguo procede a sacar a todos los heridos con destino al PCA ubicado en el helipuerto Tormenta”, se contó en total 27 heridos de Tropa los mismos que presentaban diversas heridas en el cuerpo por esquirlas de granadas de morteros, pero después los heridos se incrementaron aún más, inclusive el suboficial de 1ra enfermero militar Juan Torres Pascasio, conocido con el seudónimo de “Mercurio” había recibido un balazo en la pierna, a él lo sacaron con mucha dificultad; este suboficial actualmente se encuentra en el Cuerpo General de Inválidos del Ejército, (CGI).
Finalizado el combate a pesar del
intenso dolor en mi axila izquierda y con el brazo totalmente “muerto”, en las
inmediaciones del riachuelo reuní al personal de heridos que podían caminar,
con ellos salí ayudándonos unos a otros. En la subida hemos “rampado”, de pozo
en pozo para ocultarnos de la vista y fuego del enemigo, pero aun así los
"monos" nos dispararon aproximadamente 10 minutos, a lo que el
personal estando herido les respondió con decisión y valor; en si no sabíamos
si la retirada era buena, pero nosotros seguíamos saliendo, en ese momento
sentía un dolor intenso en mi axila izquierdo y todo mi brazo estaba como
anestesiado, la sangre seguía saliendo, instantes que cuando padecía para subir
de un pozo un soldado me dice "mi suboficial le ayudo con llevar su
fusil", se la entregué, pero cuando llegamos al lugar donde estaba el
teniente "Marcelo" me dice "mi suboficial me olvidé su fusil abajo",
entre mi dije ¿ahora, que hago sin fusil?, yo no sabía dónde lo había dejado,
cuando le dije para regresar los dos, este soldado se armó de valor y me dijo:
"Mi suboficial yo soy responsable y se fue corriendo y lo trajo, sin
novedad", pero de todas maneras me asusté. Saliendo desde la zona de
combate hasta el lugar donde se encontraba el teniente Edwin Ramírez García, es
una ligera subida por donde baja un riachuelo que presenta pozos profundos de
manera escalonado, en ese trayecto encontramos una camisa camuflada
ensangrentada, un chaleco verde de buena calidad, una cinta de ametralladora de
calibre 5.55 mm y otros objetos más abandonados por las tropas del ejército
ecuatoriano; la tropa nuestra no lo desperdició, se lo llevaron como recuerdo,
mientras yo no le di la debida importancia, el personal de tropa se lo llevó el
chaleco, un poncho camuflado, la cinta de la ametralladora de pedazo en pedazo
se repartieron. A mi retorno, estando en el Puesto de Vigilancia N° 1 al ver
que algunos tenían sus recuerdos de Guerra, recién se me prendió el
"foco", en ese momento entre mi dije, tengo que llevar algo como
recuerdo; por ende, caminado entre la tropa por ahí conseguí un poncho de jebe
camuflado, pequeña cinta de ametralladora de calibre 5.55, cuerdas y otros, ya
estando en el cuartel "El Milagros" de la 5ta División de infantería
de Selva en Bagua, viendo que un sargento del Batallón de Comandos
"Comandante Espinar" N° 19 había traído un chaleco de la tropa de
Ecuador, en ese momento después de observarlo detenidamente me lo acerqué y le
dije "yo he dejado un chaleco idéntico en las inmediaciones del riachuelo
en la cota 1232, lamento haberlo dejado, la que tienes vendérmelo para tenerlo
como recuerdo", el sargento que se encontraba sin plata en el acto me lo
vendió, ese chaleco lo tengo hasta la fecha.
en que enfrentamiento lo hirieron a UD.
ResponderBorrarEn el combate del 13 de febrero de 1995, en las inmediaciones de la falsa "Tiwinza" cota 1061, durante el enfrentamiento entre el personal del Batallón Contrasubversivo N° 28 Rioja y el personal de la Brigada de Fuerzas Especiales N° 9 "Patria" de Latacunga Ecuador.
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