El
día domingo 12 de febrero de 1995, siendo las 09:00 horas, era una mañana que
bajo los rayos del sol las
voces de mando de los superiores se
escuchaban por todo lado, a lo lejos la nube
que apenas cubría altivas montañas y colinas se alejaba, y el manto verde
comenzó abrir el camino en las sinuosas trochas, momentos que en la cota 1274 conocido
también como el "Helipuerto Tormenta" bajo el desgastado uniforme en
el mundo interno de los soldados comenzó a escribirse la historia de valor y
moral.
360
hombres del Batallón Contrasubversivo N° 28 de Rioja, formó con sus fusiles FAL
muy anticuado, no hay armas nuevas por la dejadez e indiferencia de los
políticos, aquel día no hubo rancho para nadie. La misión es entrar en combate
contra las tropas invasoras de Ecuador de cantidad no precisado que se
encuentran a la defensiva en la cota 1232 en el Valle del Cenepa. Siendo las 09:30 horas los hombres en punta comenzaron a bajar lentamente por una trocha muy angosta y sinuosa que nos presentaba todo tipo de obstáculos, nuestro destino fue la cota 1232 próximo a la Falsa Tiwinza, de acuerdo a
la decisión tomada por el señor Teniente Coronel de infantería Julio Celestino
Chaparro Beraun, la Companía "A" de 120 hombres al mando del capitán
de caballería Luis Guillermo Gonzales Morales, que en aquellos tiempos lo
conocíamos con el seudónimo "Rodrigo" se desplazó a la retaguardia de los hombre en punta; seguido por la Companía "C" de 120 hombres al mando del Teniente de infantería Edwin
Ramírez García conocido con el seudónimo "Marcelo" y cerró la columna
la Companía "B" de 120 hombres (Reserva) al mando del capitán de
seudónimo "Clavo" y teniente de Comunicaciones Javier Alba conocido
como el "teniente Marte". Siendo las 16:20 horas en la referida
cota nos emboscó el personal de la Brigada de Fuerzas Especiales N° 9
"Patria" de Ecuador, el combate duró 45 minutos, resultado de este
enfrentamiento hubo seis soldados heridos por esquirlas de granadas de
morteros. El personal ecuatoriano siempre se encontraba a la defensiva, bien
camuflados bajo tierra dentro de la densa vegetación, aquella tarde en silencio dejaron
pasar al personal peruano hasta que ingresaron al terreno dominado por ellos y
cuando vieron que todo estaba a su favor atacaron al personal del capitán Luis
Guillermo Gonzales, pero ante la reacción del personal peruano, las tropas
ecuatorianas escaparon y abandonaron por completo la cota 1232.
Cuando
se inició el combate, el personal de algunas patrullas de la Companía
"C" corrieron hacia adelante para apoyar a la compañía “A”, mientras
otros también corrieron hacia atrás replegándose a la parte alta, la companía
"B" que se encontraba como la reserva al mando del capitán con
seudónimo "Clavo" también permaneció atrás, no participó en el
combate de aquella tarde porque el tipo de terreno no lo permitía, de esta
manera las tres compañías se dividieron, dejando solo a la Primera Companía
enganchado con el enemigo. Dentro de la densa vegetación de inmensos árboles es
difícil observar más allá de 20 a 30 metros, hecho que no me permitió
percatarme cuando el personal de tropa bajo mi comando había retrocedido,
replegándose a la parte alta de mi retaguardia. Cuando escuché el primer
disparo me quedé en el mismo sitio con dos soldados de la patrulla que me
antecedía, dicho personal pertenecía a la Companía del capitán “Rodrigo”, los
tres permanecimos en el mismo lugar en la posición de tirador tendido, en esas
circunstancias detecté en el sector del lado Oeste de mi ubicación a una
distancia de 150 metros aproximadamente, en una pendiente pronunciada cubierto
de poca vegetación a dos hombres utilizando el camuflaje tipo Guillie o Yowie que es una
prenda especial para camuflarse entre los árboles que normalmente es utilizado
por franco tiradores de las Fuerzas Especiales, estos combatientes se movieron
rápidamente de atrás hacia adelante, quienes se ubicaron detrás de dos árboles
caídos de gran grosor cubierto de malezas de mediana altura, luego por las
circunstancia del combate me descuidé de ellos. Los minutos avanzaban, el
momento era muy tenso; más abajo, dentro del monte, se intensificó el combate,
había disparos de fusiles, morteros y lanza cohetes RPG por todo lado; el
sector donde permanecí en la posición de tirador tendido acompañado por dos
soldados se mantuvo en total silencio, en ese momento sospechando de la
presencia de posibles franco tiradores emboscados del enemigo decidí disparar
en ráfaga a la ubicación de los hombres con camuflaje Guillie; pero de sorpresa,
como si fuera un fantasma, por mi retaguardia apareció un individuo desconocido
y se interpuso cogiéndome el hombro derecho, siento una mano por la espalda, quien
me susurra cerca al oído, me dice: “no dispares hay que bajar para reforzar a
Rodrigo”, en el acto volteo y el individuo no se deja ver la cara, su uniforme
es como el mío, luego, corrió por la bajada, entre árboles, en cuestión de
segundos como el viento desapareció por las inmediaciones del riachuelo, vestía
el mismo uniforme de los soldados del Perú; no sé si fue un fantasma o una
persona real, pero más pienso que fue el fantasma de los soldados por fallecer
o de los fallecidos; los fantasmas existen, cuando tenía la edad de seis años
se me presentó, durante el patrullaje en Urpay, Pataz también se me presentó en
el año de 1993, estos seres en los tres casos me han salvado de la muerte.
Los
combatientes con camuflaje Guillie que los detecté en mi flanco izquierdo (lado
Oeste) habían sido dos francotiradores de las tropas de Ecuador, ellos también habían detectado mi presencia y de los soldados que se encontraban más abajo de mi
ubicación; ergo, los ecuatorianos comenzaron a disparar en ráfagas a la ubicación nuestra,
en ese momento las balas caían a centímetros de mi ubicación, levantaban tierra
por todo lado y hacían pedazos a los troncos en las inmediaciones de mi
posición, si no es por la protección del tronco grueso del árbol, con seguridad
perdía la vida, ya no había tiempo para pensar; yo llevé un fusil FAL con dos
cacerinas piezadas, ambos contenían 40 cartuchos, el fusil siempre la mantuve
cargada con el selector de tiro en (R), la pasé a la posición (A); de igual
modo le solté una ráfaga de 40 disparos, los dos soldados que estaban a unos
metros más abajo también dispararon en ráfagas a ese mismo objetivo, el
intercambio de disparos fue espectacular, jamás imaginé vivir esos momentos tan
cruciales como aquella tarde. Después de intensos disparos en ráfaga de ambas fuerzas,
entramos en silencio, circunstancias que decidí cambiar de abrigo (en termino
militar, el abrigo es el terreno que te protege de la vista y del fuego
enemigo); ergo, sintiéndome inseguro en el lugar donde me encontraba decidí
salir hacia atrás para ubicarme detrás de un pequeño morro; corrí a dicho
lugar, donde al sobrepasar un montículo caí en un pantano en forma de pozo
profundo cubierto de pasto verde que me confundió por aparentar como si fuera
un terreno firme y casi me oculta, me arrastré totalmente asustado y salí
mojado cubierto de barro negro, así logré ubicarme entre el morro y un tronco
grueso, allí me quedé muy pensativo y totalmente asustado, procedí a cambiar la
cacerina, nuevamente disparé al mismo sector, pero esta vez solamente en la
posición de tiro por tiro “R”, así permanecimos aproximadamente media hora, los
tiros iban y venían para extinguirse a medida que pasaban los minutos. Al no
tener respuesta a nuestros disparos, quedamos en completo silencio, los "monos" también permanecieron en total silencio, quién sabe tal vez murieron o
simplemente ya no quisieron responder, por precaución permanecimos en el mismo
lugar en completo silencio siempre en posición de tirador tendido. Mientras más
al fondo el grueso de ambas fuerzas que habían mostrado la potencia de sus
armas de fuego también comenzaron a disminuir los disparos, de los nuestros lo
que más recuerdo es el tiro ensordecedor de los lanzacohetes ruso RPG, el
impacto de las granadas de este arma sacudía todo el cerro produciendo un ruido
fuerte que originaba inmenso eco entre los cerros circundantes cubierto de árboles.
Estando aun en la posición de tirador tendido le pregunté a los dos soldados,
diciendo: "¿Dónde está la gente?" uno de ellos me dijo: “Todos están
abajo con el capitán Rodrigo”; por ende, en el acto nos levantamos y corrimos en bajada 200 metros de largo, ingresamos a un callejón (entre dos pequeñas
elevaciones) por donde también baja un riachuelo, descendimos por un camino que
ya no era trocha, este era un camino afirmado y antiguo por donde siempre
habrían transitado las patrullas, en las inmediaciones habían inmensas piedras
que nos ocultaban muy bien de la vista y del fuego enemigo, este riachuelo en
bajada cada cierto tramo mostraba pozos profundos. Avanzando siempre por
el mismo camino, en el trayecto encontramos prendas y granadas abandonadas que
pertenecían a nuestras tropas, esparcidas en las inmediaciones, había mochilas
con todo su contenido, gorras, pasamontañas, granadas de fusil y cacerinas, etc.
Junto a un pozo, al pie de una piedra encontramos también prendas camufladas de
un soldado ecuatoriano. Tanto las tropas peruanas como las ecuatorianas en el
fragor del combate dejaron muchas prendas, partes del equipo, cacerinas y
granadas.
Aquella
tarde, finalizado el combate las tres Companías de fusileros del Batallón
Contrasubversivo N° 28 de Rioja se dispersaron, quedamos totalmente divididos,
la mayoría de las patrullas utilizando otra trocha habían retornado al PC
ubicado en la cota 1274 "Helipuerto Tormenta", algunos quedaron
perdidos en las inmediaciones del lugar donde ocurrió la emboscada; en esos
momentos de peligro yo permanecí perdido acompañado por dos soldados que no
eran de mi patrulla, todo era un silencio sepulcral, con ellos caminé dentro de
la trocha pantanosa con dirección Norte un aproximado de 700 metros de distancia, solamente
se veía inmensos árboles por todo lado, siempre en bajada ingresamos a un
callejón barroso y logré ver un rio, este habría sido el río Cenepa, sin querer
queriendo casi llegamos hasta la puerta del principal "fortín" de las tropas ecuatorianas; no medí
el peligro y los dos soldados también calladitos me siguieron, nada me
sugirieron, nos salvamos de la muerte o de ser tomados prisioneros de guerra;
pero gracias a Dios reaccioné, en el acto dimos la media vuelta, procedimos a
regresar por la misma trocha, en esas circunstancias cuando ya se oscurecía de
casualidad levanté la mirada hacía mi flanco derecho y logré ver a un grupo
de soldados, quienes con mucha dificultad subían por una pendiente barroso, viéndolos
sentimos inmensa alegría, a ellos le reconocimos por el color del uniforme,
pasamos el riachuelo y procedimos a
subir por el mismo lugar guiados por las huellas de botas de jebe de ellos,
pues había mucho miedo a las minas antipersonal sembrado en la mayoría de las
trochas por las tropas de Ecuador. Llegando a la parte alta le encontré sentado y muy preocupado al alférez de caballería Froilán Mesías Marino, conocido con
el seudónimo “Zeus”, quien también se encontraba perdido con 13 hombres de su
patrulla, me junté con él y aquella noche pernoctamos en la cota 1232,
abandonado recientemente por las tropas del ejército enemigo, donde habían
dejado trampas con granadas fabricado en Rusia en el año de 1977, es un
artefacto que tiene la forma de una pequeña papaya verde, en el lugar
también se halló latas de atún en cantidad y plásticos de galletas consumidos
por las tropas de Ecuador.
El
alférez Zeus, en el acto me preguntó "¿Diego, donde está la gente del capitán
Rodrigo, donde está la gente del teniente Marcelo?”, mi respuesta fue: "Por seguir los pasos de la gente del capitán Rodrigo, guiado por las huellas
de su patrulla también me he perdido, abajo hemos llegado cerca de un rio, presumo que será el río Cenepa y como no
hay nadie optamos por regresar, gracias a Dios he logrado ubicarte, ahora por
lo menos ya somos 17 combatientes", estábamos perdidos, sin medio de comunicaciones, sin rancho, sin medicamentos. Con este oficial de caballería novato
laboré durante cinco (05) meses consecutivos, desde el mes de junio al mes de
octubre de 1994 en la Base Contrasubversivo del distrito de Agua Blanca,
provincia de "El Dorado", San Martín, varias veces habíamos
patrullado juntos en el sector de Mina de Sal (cerro al sur del distrito de
Agua Blanca), distrito de Rejis, San Francisco, Saposoa, Santa Rosa, Fausa
Lamista, Fausa Sapina, Bellavista, Alto Saposoa, etc.
En
la cota 1232, Valle del Cenepa, siendo las 19:30 horas la oscuridad era total,
en esas circunstancias el alférez "Zeus" me ordenó para ubicar a la
tropa en parejas a 50 metros a la redonda, a lo que me negué por la intensa oscuridad, el oficial me dijo: "A mi
déjame con dos hombres y con el resto vete hacía atrás", pues bien, no me moví
para nada aduciendo que caminar en la noche en un terreno abandonado
recientemente por el enemigo era muy peligroso, le dije: "no puedo
arriesgar la vida de la tropa", concluí replicando su orden; entonces el
oficial se quedó callado, quien después de algunos minutos de silencio se quedó
dormido profundamente, en esos momentos yo cogí mi puñal y entre dos troncos de
árboles de gran grosor abrí una zanja, tendí ramas y el plástico azul que me
regaló una señora en el caserío de Imazita en Mesones Muro Amazonas el 7 de febrero de
1995, mi uniforme estaba totalmente húmeda, los borceguíes y las medias
también, así me acomodé en la pequeña zanja, todos se quedaron dormidos; en las
inmediaciones también la tropa comenzó a roncar; profundamente dormidos algunos
soldados hablaban y otros gritaban por la constante pesadilla, a más de tres les
escuché que gritaban dormidos casi toda la noche; mientras yo permanecí
despierto casi toda la noche cavilando sobre mi vida, todo pasaba por mi mente,
todos mis recuerdos desde mi niñez hasta esos instantes, como si fuera una
serie de imágenes fotográficas, todo mi pasado se proyectaba con total claridad
en mi cerebro, en esa noche pensé constantemente en mi hermano Augusto Epifanio
que había desaparecido en el mes de setiembre de 1991 en el distrito de Congas,
provincia de Ocros, en el departamento de Ancash; pensaba también en mis padres y
hermanos, pensaba en el último baile en una de las discotecas de Yurimaguas el
domingo 5 de febrero, al final reiteradas veces me pregunté en el silencio de
la noche: "¿Qué hago en este lugar dónde mi vida peligra?, si bien es
cierto que en ese momento como soldado tenía el deber y la obligación moral de
defender la soberanía del Perú, pero como humano al verme perdido con pocos
compañeros, sin rancho, sin medios de comunicaciones, sin medicamentos, creo
que cualquiera no se sentiría feliz.
Aquella
noche más que nunca pensé en Cristo y en mis difuntos; en la madrugada mediante
el sueño presagié todo lo relacionado al combate del día lunes 13 de febrero.
En la madrugada como a las 03:00 horas me quedé dormido profundamente, “soñé
que me cubría una inmensa oscuridad partido por el medio por unos rayos de luz
brillante, pero luego la oscuridad se alejaba lentamente y había más luz, veía
al personal de Tropa transpirar aceite negro, mientras a mí me caían gotas de
lluvia negra”. Siendo las seis de la mañana del inolvidable día 13, una mañana
media nublada, me desperté muy asustado, me senté y me quedé pensando largo
rato, ya sabía que algo malo nos sucedería en el transcurso del día, pero tenía
la confianza que el peligro se superaría por gracia de Dios; con ese
pensamiento puesto en la cabeza me puse de pie, con el mismo uniforme y sin
rancho. Reinicie nuevamente la conversación con el alférez de caballería
¨Zeus¨, dando la iniciativa le dije: "Mi alférez, ayer el personal de la
Compañía “C” al mando del teniente de infantería "Marcelo" se quedó
arriba aproximadamente a 800 metros, voy a ir con un par de mensajeros para
ubicarlos, enseguida retornamos"; pero este oficial se puso a pensar
algunos segundos y me dijo: “No”, como oficial subalterno sin experiencia,
sentía mucho miedo y además no tenía iniciativa para organizar al personal de
tropa para actuar en este tipo de situaciones frente al enemigo.
En
el mismo lugar, cota 1232, el día lunes 13 de febrero, siendo las 08:00 horas,
una mañana nublada, reinaba el silencio, 17 combatientes estábamos perdidos en
las profundidades del Valle del Cenepa; muy preocupados enviamos tres
mensajeros para ubicar al personal de la Reserva, porque presumíamos que se
encontraban en las faldas del cerro. Los mensajeros comenzaron a recorrer por
el mismo camino que recorrimos en la tarde anterior, con la finalidad de
encontrar al personal bajo el comando del teniente de infantería Ramírez García
Edwin con seudónimo "Marcelo" y al personal de la Reserva, entre los
mensajeros se encontraban los dos soldados que me acompañó en el combate del
día anterior, mientras yo me quedé conversando con el alférez de caballería
“Zeus”, narrando detalladamente los acontecimientos del día anterior, a manera
de comentario le dije: "Ayer el
personal de la Compañía “C” bajaba por la trocha pero cuando comenzó el combate
retrocedieron hacia la parte alta, deben permanecer cerca al lugar donde ayer
me enfrenté a dos soldados ecuatorianos que posiblemente hayan sido
francotiradores o vigías, ellos se encontraban cubiertos con camuflajes
especiales Guillie o Yowie que es una prenda muy especial para camuflarse entre
los árboles, este personal se movió rápidamente de atrás hacia adelante y nos
dispararon intensamente ráfagas de ametralladoras, pero me parece que han
muerto pues durante el intercambio de fusilerías se quedaron en silencio total,
enseguida hemos bajado tratando de encontrar a las tropas del capitán Rodrigo,
abajo cerca al riachuelo hay muchas prendas y granadas de nuestras tropas que
están esparcidas en el camino, además hay una prenda camuflada, le dije ¿puedo
enviar a un par de soldados para recoger todo?" a lo que el oficial me
contestó: Dijo “no, puede haber minas”, así transcurría la mañana, ligeramente
soleada, el oficial me decía: “Diego, la tropa de Ecuador está utilizando
uniforme camuflado tipo selva y además esos dos soldados ecuatorianos con
quienes te enfrentaste ayer seguramente han sido hombres vigía o
francotiradores, ellos utilizan camuflajes especiales modelo Guillie para
mimetizarse, has tenido la suerte de verlos, porque a estos no se les ve en el
monte”. En ese momento yo sentía cierta desconfianza hacía este oficial muy
novato, entre mí decía: ¨Como venganza en estas situaciones puede atentar
contra mi persona, pues cuando estuvimos en la Base Contrasubversiva del
distrito de Agua Blanca, provincia de "El Dorado", departamento de
San Martín, hubo ciertos problemas con el narcotráfico¨, el Capitán Jefe de la
Base, este alférez y un Técnico, habían caído ante la Inspectoría y Fiscalía
por estar involucrados y coludidos con los narcotraficantes colombianos y
peruanos, yo como testigo a los tres desleales les hundí.
Cuando
nos encontrábamos en una amena conversación siendo las 10:20 horas,
repentinamente aparecieron los tres mensajeros, solos y muy asustados, al
verlos que se aproximaban sentí amargura, llegaron sudorosos; inmediatamente
les dije: ¨¿Dónde está la gente?¨, se limitaron a decirme que no hay nadie, uno
de ellos dijo: "Hemos subido hasta llegar a la pampa donde ayer
descansamos y no hay nadie", esa respuesta me preocupó, el oficial también
me miraba preocupado, pero yo con más tono enérgico, presumiendo que por miedo
me estaban engañando, les dije:
"Ahora pediré cuatro voluntarios con el grado de sargento y ellos
irán, estoy seguro que cumplirán la misión", así fue, pedí cuatro
sargentos voluntarios, ellos inmediatamente dijeron: "¡Presente!,
¡presente!, ¡presente!¨, les envié dándoles las indicaciones precisas del caso,
uno de ellos dijo: “Por esta loma se puede cortar el camino”, a lo que
repliqué: ¨No, tiene que ser por abajo porque hay mejor abrigo y cubierta¨,
entonces procedieron a bajar hacía el riachuelo para recorrer por el mismo
camino. Al oficial ¨Zeus¨ le dije: ¨Mi alférez, creo que después del combate
del día de ayer la mayoría de nuestro personal se ha replegado hacia el
helipuerto ¨Tormenta” cota 1274 ¿ nosotros qué hacemos acá? tenemos que salir,
no se descarta que los “monos” se reorganicen para volver con más fuerza a este
mismo lugar donde por las granadas, latas de atún y plásticos de galletas que
hemos encontrado son pruebas que ellos por varios días han permanecido en esta
zona, con 17 hombres permanecer así es muy peligroso", a lo que el oficial
me dijo: “Si los mensajeros nuevamente regresan con el resultado negativo, no
hay vuelta que dar, tendré que ordenar la retirada por el mismo lugar que
ingresamos”, obviamente había mucha angustia, entonces le dije al oficial:
¨Ahora el asunto es como salir, que tal si los ”monos” nos han cerrado la
salida y usted dice una retirada por el mismo camino¨; todo eso discutíamos
repetidas veces, cuando alguien de sorpresa dio gritos de: ¨¡Vienen!, ¡vienen!,
¡vienen! mi alférez¨, ante el aviso, rápidamente nos pusimos de pie presagiando
de la presencia del enemigo; para suerte nuestra siendo las 11:00 horas
aproximadamente, logramos ver a los primeros hombres de las diferentes
patrullas que se habían agrupado bajo el comando del capitán de Artillería Luís
Alberto Cruz Ruiz, conocido como el seudónimo "Joel", quienes
lentamente bajaban en columnas con un efectivo de 69 combatientes reunidos de
diferentes patrullas dispersos en la tarde anterior, al verlos sentimos inmensa
alegría, ellos cruzaron el riachuelo, siendo uno los primeros en llegar fue el
aludido capitán, quien recibió un saludo efusivo del alférez; la tropa también
ocupó el mismo lugar donde nos encontrábamos, además llegaron el teniente de
Infantería Marco Antonio Morán González, conocido como el seudónimo “Franco”,
un alférez recién egresado de la Escuela Militar de Chorrillos de tez trigueña
que le decían ¨El quijadón”, también llegaron los suboficiales Juan Torres
Pascacio conocido como “Mercurio”,
suboficial Daniel Haro Cayetano, conocido como “Rodolfo”, suboficial Manuel
Torres Castillo, conocido como “Calin”,
suboficial Rudiary Correa Córdova, conocido como “Marco” y otros.
Siendo
las 11:15 horas terminó de arribar todo el personal, todos permanecimos
sentados al borde del acantilado cerca al riachuelo. Cuando nos juntamos con el
personal que bajó con el capitán Cruz en ese grupo también llegó algunos
soldados de mi patrulla que se había perdido el día anterior, uno de ellos fue
el soldado "Cobra" quien me dijo, "mi suboficial, ayer en la
tarde, cuando se inició el combate muchos nos replegamos al lugar donde
descansamos, desde ese lugar observamos a muchos hombres con casco de acero y
con uniforme camuflado, están detrás de esta loma, estaban cerca de nosotros,
no le hemos disparado pensando que eran los Comandos del Ejército peruano".
El personal con uniforme camuflado que había visto el soldado
"Cobra", con certeza era la tropa del ejército ecuatoriano y se
encontraban detrás del pequeño cerro del lado Este, se encontraban muy cerca de
nuestra ubicación, con esta información le sugerí al capitán "Joel"
para hacer un reconocimiento al cerro del lado Este, presumo que en esos momentos ellos habrían estado colocando sus morteros; desde el momento que ocupé la cota 1232 siempre tuve total
desconfianza hacía el sector del cerro circundante del flaco derecho, les sugerí
al capitán para hacer un disparo con el lanzacohetes RPG y con la MAG de igual
modo no me hicieron caso. En completo desorden, confiados que los ecuatorianos
se habían escapado con el rabo entre las piernas, reunidos los 86 combatientes
de diferentes Companías y patrullas: 69 hombres del capitán "Joel",
14 hombres del alférez Zeus y 03 hombres de este su humilde servidor;
permanecimos sentados en un terreno que había abandonado el enemigo, estábamos
a la vista de todos, totalmente desprevenidos, inclusive hubo personal que se
estaba quitando las prendas para darse un baño en el riachuelo, otros se encontraba descansando balo los troncos, en esas
condiciones nos agarró el enemigo el 13 de febrero.
El día lunes 13 de febrero en la cota 1232, siendo las 08:00 horas, una mañana
nublada, reinaba el silencio, 17 combatientes sin rancho estábamos perdidos en las
profundidades del Valle del Cenepa; muy preocupados enviamos a tres mensajeros
para ubicar al personal de la Reserva, porque presumíamos que se encontraban en
las faldas del cerro. Los tres mensajeros comenzaron a recorrer por el mismo
camino que recorrimos en la tarde anterior, con la finalidad de encontrar al
personal bajo el comando del teniente de infantería Ramírez García Edwin
"Marcelo" y al personal de la Reserva, entre los mensajeros se
encontraban los dos soldados que me acompañó en el combate del día anterior,
mientras yo me quedé conversando con el alférez de caballería “Zeus”, narrando
detalladamente los acontecimientos del día anterior, a manera de comentario le
dije: "Ayer el personal de la
Compañía “C” bajaba por la trocha pero cuando comenzó el combate retrocedieron
hacia la parte alta, deben permanecer cerca al lugar donde ayer me enfrenté a
dos soldados ecuatorianos que posiblemente hayan sido francotiradores o vigías,
ellos se encontraban cubiertos con camuflajes especiales Guillie o Yowie que es
una prenda muy especial para camuflarse entre los árboles, este personal se
movió rápidamente de atrás hacia adelante y nos dispararon intensamente ráfagas
de ametralladoras, pero me parece que han muerto pues durante el intercambio de
fusilerías se quedaron en silencio total, enseguida hemos bajado tratando de
encontrar a las tropas del capitán Rodrigo, abajo cerca al riachuelo hay muchas
prendas y granadas de nuestras tropas que están esparcidas en el camino, además
hay una prenda camuflada, le dije ¿puedo enviar a un par de soldados para
recoger todo?" a lo que el oficial me contestó: Dijo “no, puede haber
minas”, así transcurría la mañana, ligeramente soleada, el oficial me decía:
“Diego, la tropa de Ecuador está utilizando uniforme camuflado tipo selva y
además esos dos soldados ecuatorianos con quienes te enfrentaste ayer
seguramente han sido hombres vigía o francotiradores, ellos utilizan camuflajes
especiales modelo Guillie para mimetizarse, has tenido la suerte de verlos,
porque a estos no se les ve en el monte”. En ese momento yo sentía cierta
desconfianza hacía este oficial muy novato, entre mí decía: "Como venganza
en estas situaciones puede atentar contra mi persona, pues cuando estuvimos en
la Base Contrasubversiva del distrito de Agua Blanca, provincia de "El
Dorado", San Martín, hubo ciertos problemas con el narcotráfico¨, el
Capitán Jefe de la Base, este alférez y un Técnico, habían caído ante la
Inspectoría y Fiscalía por estar involucrados y coludidos con los
narcotraficantes colombianos y peruanos, yo como testigo a los tres desleales
les hundí.
Cuando
nos encontrábamos en una amena conversación siendo las 10:20 horas,
repentinamente aparecieron los tres mensajeros, solos y muy asustados, al
verlos que se aproximaban sentí amargura, llegaron sudorosos; inmediatamente
les dije: "¿Dónde está la gente?", se limitaron a decirme que no hay nadie, uno
de ellos dijo: "Hemos subido hasta llegar a la pampa donde ayer
descansamos y no hay nadie", esa respuesta me preocupó, el oficial también
me miraba preocupado, pero yo con más tono enérgico, presumiendo que por miedo
me estaban engañando, les dije:
"Ahora pediré cuatro voluntarios con el grado de sargento y ellos
irán, estoy seguro que cumplirán la misión", así fue, pedí cuatro
sargentos voluntarios, ellos inmediatamente dijeron: "¡Presente!,
¡presente!, ¡presente!¨, les envié dándoles las indicaciones precisas del caso,
uno de ellos dijo: “Por esta loma se puede cortar el camino”, a lo que
repliqué: "No, tiene que ser por abajo porque hay mejor abrigo y
cubierta", entonces procedieron a bajar hacía el riachuelo para recorrer
por el mismo camino. Aprovechando esos momentos al oficial "Zeus" le
dije: "Mi alférez, creo que después del combate del día de ayer la mayoría
de nuestro personal se ha replegado hacia el helipuerto ¨Tormenta” cota 1274 ¿
nosotros qué hacemos acá? tenemos que salir, no se descarta que los “monos” se
reorganicen para volver con más fuerza a este mismo lugar donde por los medios
probatorios que hemos encontrado como las granadas, latas de atún y plásticos
de galletas, son pruebas que ellos por varios días han permanecido en esta
zona; con 17 hombres permanecer así es muy peligroso", a lo que el oficial
me dijo: “Si los mensajeros nuevamente regresan con el resultado negativo, no
hay vuelta que dar, tendré que ordenar la retirada por el mismo lugar que
ingresamos”, obviamente había mucha angustia, entonces le dije al oficial:
¨Ahora el asunto es como salir, que tal si los ”monos” nos han cerrado la
salida y usted dice una retirada por el mismo camino¨; todo eso discutíamos
repetidas veces, cuando alguien de sorpresa dio gritos de: ¨¡Vienen!, ¡vienen!,
¡vienen! mi alférez¨, ante el aviso, rápidamente nos pusimos de pie presagiando
de la presencia del enemigo; para suerte nuestra siendo las 11:00 horas
aproximadamente, logramos ver a los primeros hombres de las diferentes
patrullas que se habían agrupado bajo el comando del capitán de Artillería Luís
Alberto Cruz Ruiz, conocido como el seudónimo "Joel", quienes
lentamente bajaban en columnas con un efectivo de 69 combatientes reunidos de
diferentes patrullas dispersos en la tarde anterior, al verlos sentimos inmensa
alegría, ellos cruzaron el riachuelo, siendo uno los primeros en llegar fue el
aludido capitán, quien recibió un saludo efusivo del alférez; la tropa también
ocupó el mismo lugar donde nos encontrábamos, además llegaron el teniente de
Infantería Marco Antonio Morán González, conocido como el seudónimo “Franco”,
un alférez recién egresado de la Escuela Militar de Chorrillos de tez trigueña
que le decían ¨El quijadón”, también llegaron los suboficiales Juan Torres
Pascacio conocido como “Mercurio”,
suboficial Daniel Haro Cayetano, conocido como “Rodolfo”, suboficial Manuel
Torres Castillo, conocido como “Calin”,
suboficial Rudiary Correa Córdova, conocido como “Marco” y otros.
Siendo
las 11:15. horas terminó de arribar todo el personal, todos permanecimos
sentados al borde del acantilado cerca al riachuelo. Cuando nos juntamos con el
personal que bajó con el capitán Cruz en ese grupo también llegó algunos
soldados de mi patrulla que se había perdido el día anterior, uno de ellos fue
el soldado "Cobra" quien me dijo, "mi suboficial, ayer en la
tarde, cuando se inició el combate muchos nos replegamos al lugar donde
descansamos, desde ese lugar observamos a muchos hombres con casco de acero y
con uniforme camuflado, están detrás de esta loma, estaban cerca de nosotros,
no le hemos disparado pensando que eran los Comandos del Ejército
peruano". El personal con uniforme camuflado que había visto el soldado
"Cobra", con certeza era la tropa del ejército ecuatoriano y se
encontraban detrás del pequeño cerro del lado Este, se encontraban muy cerca de
nuestra ubicación, con esta información le sugerí al capitán "Joel"
para hacer un reconocimiento al cerro del lado Este, antes que ellos ubiquen a
sus fusileros y sus morteros de 60 mm. Desde el momento que ocupé la cota 1232
siempre tuve desconfianza hacía el sector del cerro circundante del flaco
derecho, ante la negativa de hacer un reconocimiento, como otra alternativa le
sugerí al capitán para hacer disparos con el lanzacohetes RPG y con la MAG de
igual modo no me hizo caso. Todo el personal en completo desorden, confiados
que los ecuatorianos se habían escapado con el rabo entre las piernas, reunidos
los 86 combatientes de diferentes Companías y patrullas: 69 hombres del capitán
"Joel", 14 hombres del alférez Zeus y 03 hombres de este su humilde
servidor; permanecimos sentados en un terreno que había abandonado el enemigo,
estábamos a la vista de todos, totalmente desprevenidos.
Finalizado
la reunión cerca al acantilado, siendo las 11:40 horas, el capitán Cruz nos
ordenó para ocupar el sector en forma circular, a mí me envió hacia el otro
extremo, en esas circunstancias de tranquilidad le ordené al cabo SMO
"Django" para que preparé el terreno cerca al acantilado para
instalar el equipo de radio de Alta Frecuencia Thomson TRC 340, solo en Rad
Sil, cuando estábamos en ese ajetreo de orientar la antena comenzó el ataque de
las Tropas de Ecuador. Siendo las 11:45 horas en la parte alta del cerro del
lado Este, dentro de inmensos árboles se escuchó el sonido característico de
disparos de morteros de 60 mm., inmediatamente cayeron los primeros cuatro
proyectiles a 12 metros del lugar donde me encontraba, así mismo las ráfagas de
fusiles y ametralladoras comenzaron a salir de todas las direcciones, esto
originó pánico total en todo el personal. El combate me sorprendió sin fusil y
sin la mochila, en ese momento también lleno de pánico me arrinconé al pie de
un árbol grueso que se hallaba cerca al acantilado, pero luego dije: "¿Qué
hago aquí sin fusil?", entonces decidí correr hasta el otro extremo lugar
donde estaba todo mi equipaje y el fusil FAL, mientras las balas del enemigo y
de los nuestros cruzaban de un lado a otro, pero los inmensos árboles de todo
tipo de grosor nos protegían con total eficacia de los disparos del armamento
menor como los fusiles HK y ametralladoras con cartuchos de 5.56 de los
ecuatorianos. En esas circunstancias de combate, rápidamente me coloqué la
fornitura, la mochila, agarré mi fusil y corrí nuevamente al sector cerca al
acantilado, al pie del mismo árbol me quedé parado bien adherido de espalda,
pasaban los minutos me limité a mirar lo que sucedía en mis inmediaciones, no
podía disparar a las posiciones del enemigo, en esas circunstancia me animé a
voltear a la derecha y comencé a dar gritos hacía el cerro pensando que por
confusión nos enfrentábamos con nuestras propias fuerzas con la gente del Mayor
de Infantería Velit Sánchez Luís Enrique, conocido como el mayor “Wily”, dije:
¨ ¡Mayor Wily!, ¡Mayor Wily!, ¡Mayor Wily!,…somos del ejército peruano, no
disparen somos del ejército peruano¨, repetidas veces grité, luego me di cuenta
que estábamos siendo atacados por las tropas de Ecuador. Los fusiles
ecuatorianos de calibre 5.56 mm emitían un sonido de baja intensidad en
comparación con los fusiles peruanos FAL de calibre 7.62 mm, que es muy fuerte.
Presumo que los soldados “monos” desde las tempranas horas nos habrían visto
desprevenidos, con tiempo ubicaron y prepararon bien sus morteros, el tiro les
salió perfecto, conocían perfectamente el empleo de los morteros de 60 mm,
hasta ocho minutos antes del inicio de combate, todos habíamos permanecido
sentados en el sector cerca al acantilado, justamente los morteristas ecuatorianos
habían reglado sus tiros a este lugar, lo único que fallaron fue en la demora,
porque sus disparos llegaron al mismo sitio, cuando ya nos habíamos dispersado,
sino cuántas bajas nos hubiera causado, tal vez para la historia hubiera sido
el lunes negro aquel 13 de febrero, de cuantos muertos hubiéramos hablado.
Siempre
de pie y adherido de espalda al árbol grueso, observé a los oficiales que se
encontraban tendidos en el suelo en el mismo lugar de siempre, sin equipo y sin
armamento, no reaccionaron para nada; en el sector del acantilado había como
quince hombres de tropa, ellos dentro del pánico disparaban sus fusiles sin
disciplina de fuego al otro sector donde también estaba personal peruano, así
en viceversa, no había quien dirija, todo fue un desorden total, los
ecuatorianos nos había sorprendido totalmente desprevenidos por negligencia del
capitán de artillería Cruz Ruiz, en esas circunstancias me acuerdo que me
habían contado que algunas ametralladoras del ejército de Ecuador disparaban
emitiendo un sonido tipo “canchita”, entonces al personal de tropa del sector
donde me encontraba le ordené dar media vuelta y disparar hacía el cerro: ¨Allá
están los “monos”¨- les dije- disparen, disparen¨, les grité, ellos así lo
hicieron, dispararon todos en ráfaga, pero solo como acto intimidatorio porque
a los "monos" no se les veía, estaban bajo tierra tapados con ramas
de árboles, sacaban la cabeza disparaba y luego se ocultaban. Los cuatro
morteristas del enemigo continuaron disparando al mismo lugar, fue incontable
la cantidad de tiros que llegó al sector del acantilado, gracias a Dios el
reglaje original no lo variaron para nada, en ángulo ni dirección, en cada
explosión solo se veían inmensas llamaradas de fuego, las esquirlas de una de
las granadas de morteros le sacó el hombro derecho y el antebrazo al Sargento 2do
Inocente Vásquez, en la parte afectada se veía inmenso hueco y rápidamente
comenzó a salir cantidad de sangre, así mortalmente herido caminó con dirección
al riachuelo, ayudado por su fusil que le servía como un bastón, dos veces dio
vivas al Perú y en seguida pedía perdón por todo lo hecho en su vida a su
madre, dijo: “Por mi patria, por el Perú estoy aquí madrecita, perdóname por
todo, perdóname, perdóname ¡viva el Perú!, ¡viva el Perú!", luego al
ingresar dentro de unas malezas se cayó, pues sus piernas ya no tenían
suficientes fuerzas, después de corto agonía expiro.
Viendo
la cantidad de heridos que se incrementaba en el transcurso del combate y como
no había reacción del personal de oficiales para revertir este mal momento,
miré a todo lado buscando mejor abrigo que me permitiera disparar hacia el
cerro del sector Este, por ende corrí en la
pendiente para ubicarme detrás de un árbol grueso que se encontraba
tendido horizontalmente, en esas circunstancias en las inmediaciones cayeron
cuatro granadas de morteros, las ondas de la explosión me hicieron volar hacia
el acantilado dejándome sonámbulo; al ponerme de pie no recordaba nada, al
recobrar los sentidos me di cuenta que mi fusil no lo había soltado para nada,
en esa caída la palanca de armar del fusil
me fracturó el 5to metacarpiano de la mano izquierda, ingresando también una
pequeña astilla de madera en el dorso de la misma mano. Me acomodé la mochila,
sonámbulo procedí a subir para ubicarme nuevamente al pie del árbol grueso
(ubicación inicial), en ese momento cayeron más granadas de morteros y sentí un
golpe como si me hubiera impactado una pedrada en el omóplato (fue un golpe
fuerte), luego sentí que me quemaba adentro a la altura de la tetilla
izquierdo, el ardor fue tan fuerte, me desesperé, tres o cuatro veces revise mi
pecho pero todo estaba bien, entonces coloqué mi mano derecha hacia el omóplato
izquierdo llegando a tocar primero la sangre caliente que ya había sobrepasado
mis talones, más arriba mi polo estaba roto en forma de zeta donde localicé un
orificio grande por donde había ingresado esquirlas de granadas de morteros de
60 mm de diversos tamaños, si me hubiera impactado en la columna estaría
invalido, si me hubiera impactado en la cabeza hubiera muerto, pero gracias a
Dios solamente había perforado una zona blanda del omóplato, que en nada
complicó mi curación. El árbol grueso como mudo testigo de dicho acontecimiento
me cobijo aproximadamente una hora, cuando se silenciaron los fusiles, viendo
que todo estaba perdido, bajé corriendo el acantilado para cruzar el riachuelo
con la finalidad de realizar un contra ataque, en instantes cuatro soldado me
siguieron, nuevamente la fusilería se intensificó en el sector, obligándome a
correr hacia mi flanco izquierdo, salté a un pozo profundo, donde el agua me
llegaba hasta la garganta, atrás mío también saltaron cuatro soldados, con
ellos estuve metido en el pozo muy asustados y sangrando por un lapso de quince
minutos; en esos momentos una bala impactó en una de las piedras que nos
protegía, casi a medio metro y se desvió originando un "silbido", ese
disparo aún más nos asustó, pensando estar rodeados por el enemigo, por
instantes a fin de no delatar mi grado
en caso de caer prisionero de guerra intenté arrojar mi cámara fotográfica con
su estuche, donde también tenía mil ochocientos nuevos soles (S/ 1,800.00),
carnet de identidad personal (CIP), tres rollos con tomas fotográficas y pilas
de repuesto, pero no lo hice, gracias a Dios los minutos pasaron y todo se
normalizó. Cuando se terminó los disparos, procedimos a salir del pozo para
reunir a todos los heridos que podían caminar; hallé entre los arbustos el
cadáver del sargento 2do moyobambino de nacimiento Inocente Nicolás Vásquez
Gonzales en posición de cubito ventral y con la cabeza con dirección al
riachuelo, sus pies se encontraban enganchados entre las malezas, lo arrastré
unos metros abajo a un lugar despejado donde lo dejé en posición horizontal
boca arriba, le coloqué su fusil sobre su pecho; mientras me encontraba en
estos ajetreos el personal de oficiales y suboficiales aún permanecían en sus
cubiertas y abrigos en la posición de cuerpo a tierra, entonces procedí la
retirada con todos los heridos presentes que en total sumaban 27, entre clases
y soldados.
La
mayoría de los heridos se encontraban bajo mi comando, logrando salir de la
zona de peligro nuevamente pasamos por el mismo lugar donde me había enfrentado
con los “monos con el camuflaje Guillie” en la tarde anterior, unos metros más
arriba le encontré al Teniente de Infantería Edwin Ramírez García (Marcelo) y
un suboficial enfermero, quien apenas tenía su bolsón de primeros auxilios con
pocos medicamentos, el enfermero al ver a tantos heridos no supo ni que hacer,
la tropa en su mayoría se quejaba de mucho dolor, solo unos cuantos recibieron
atención de emergencia, en ese momento el teniente me dijo: “Diego, ya estas jodido, como el más antiguo
procede a sacar a todos los heridos con destino al PCA ubicado en el helipuerto
Tormenta”, se contó en total 27 heridos
de Tropa los mismos que presentaban diversas heridas en el cuerpo por esquirlas
de granadas de morteros, pero después los heridos se incrementaron aún más,
inclusive el suboficial de 1ra enfermero militar Juan Torres Pascasio, conocido
con el seudónimo de “Mercurio” había recibido un balazo en la pierna, a él lo
sacaron con mucha dificultad; este suboficial actualmente se encuentra en el
Cuerpo General de Inválidos del Ejército, (CGI).
Finalizado
el combate a pesar del intenso dolor en mi axila izquierda y con el brazo totalmente
“muerto”, en las inmediaciones del riachuelo reuní al personal de heridos que
podían caminar, con ellos salí ayudándonos unos a otros. En la subida hemos
“rampado”, de pozo en pozo para ocultarnos de la vista y fuego del enemigo,
pero aun así los "monos" nos dispararon aproximadamente 10 minutos, a
lo que el personal estando herido les respondió con decisión y valor; en si no
sabíamos si la retirada era buena, pero nosotros seguíamos saliendo, en ese
momento sentía un dolor intenso en mi axila izquierdo y todo mi brazo estaba
como anestesiado, la sangre seguía saliendo, instantes que cuando padecía para
subir de un pozo un soldado me dice "mi suboficial le ayudo con llevar su
fusil", se la entregué, pero cuando llegamos al lugar donde estaba el teniente
"Marcelo" me dice "mi suboficial me olvidé su fusil abajo",
entre mi dije ¿ahora, que hago sin fusil?, yo no sabía dónde lo había dejado,
cuando le dije para regresar los dos este soldado se armó de valor y me dijo:
"Mi suboficial yo soy responsable y se fue corriendo y lo trajo, sin
novedad", pero de todas maneras me asusté. Saliendo desde la zona de
combate hasta el lugar donde se encontraba el teniente Edwin Ramírez García, es
una ligera subida por donde baja un riachuelo que presenta pozos profundos de
manera escalonado, en ese trayecto encontramos una camisa camuflada
ensangrentada, un chaleco verde de buena calidad, una cinta de ametralladora de
calibre 5.55 mm y otros objetos más abandonados por las tropas del ejército
ecuatoriano; la tropa nuestra no lo desperdició, se lo llevaron como recuerdo,
mientras yo no le di la debida importancia, el personal de tropa se lo llevó el
chaleco, un poncho camuflado, la cinta de la ametralladora de pedazo en pedazo
se repartieron. A mi retorno, estando en el Puesto de Vigilancia N° 1 al ver
que algunos tenían sus recuerdos de Guerra, recién se me prendió el
"foco", en ese momento entre mi dije, tengo que llevar algo como
recuerdo; por ende, caminado entre la tropa por ahí conseguí un poncho de jebe camuflado,
pequeña cinta de ametralladora de calibre 5.55, cuerdas y otros, ya estando en
el cuartel "El Milagros" de la 5ta División de infantería de Selva en
Bagua, viendo que un sargento del Batallón de Comandos "Comandante
Espinar" N° 19 había traído un chaleco de la tropa de Ecuador, en ese
momento después de observarlo detenidamente me lo acerqué y le dije "yo he
dejado un chaleco idéntico en las inmediaciones del riachuelo en la cota 1232,
lamento haberlo dejado, la que tienes vendérmelo para tenerlo como recuerdo",
el sargento que se encontraba sin plata en el acto me lo vendió, ese chaleco lo
tengo hasta la fecha.
Por voluntario casi perdí la vida.- En la tarde del domingo 5 de febrero en las instalaciones de la Base Contrasubversiva del distrito de Yurimaguas, cuando organizaron las patrullas de combate de la Companía "C", el Técnico de 3ra OC Cornejo Cuelles Hildebrando, conocido con el seudónimo “Hernando” aducía tener múltiples problemas familiares y con esos argumentos se negó participar en el conflicto con Ecuador, en ese momento yo me ofrecí como voluntario y lo reemplacé por obligación moral para no abandonar a la Tropa de la Base Contrasubversiva del distrito de Pelejo que en su totalidad estaban nombrados para ir al Valle del Cenepa, pero luego estando adentro “enganchado” con el enemigo lo lamenté mucho, sobre todo durante las noches, es decir me arrepentí de todo. El día 13 de febrero de 1995 casi perdí la vida.